martes, 15 de mayo de 2007

DE LO SUBTERRÁNEO A LO DIVINO





No hace mucho que descubrí la existencia de Diane Arbus, neoyorquina de origen judío, cuya obra fue seleccionada en 1971 para participar en la Bienal de Venecia, constituyéndose así en una de las fotógrafas más importantes del S.XX. Me encontraba en una clase analizando Las Hurdes, tierra sin pan (Buñuel, 1932); contaba a los alumnos cómo Buñuel se interesa en toda su filmografía por esa estética feista tan arraigada en nuestra cultura. En la versión de Las Hurdes por mí seleccionada, Paco Rabal presta su grano de voz a unas imágenes, en su mayoría, extremecedoras; y es en ese momento en el que la cámara se detiene para mostrar a un gran número de deficientes mentales que habitan en esta región olvidada de España, -"cretinos" los llama él- cuando el actor señala la relación entre éstos y algunos de los personajes que retrataran en su día Ribera o Zurbarán, preocupados, al igual que el cineasta, por una corriente estética que ni al propio Velázquez pasó desapercibida, recordemos la presencia de Maribárbola en sus Meninas, por ejemplo, que desde luego no es el único caso en la obra del gran maestro. Fue entonces, cuando una de mis alumnas mencionó a una fotógrafa americana, obsesionada con el feísmo, cuya obra podría entroncar con toda esta corriente artística de la que venimos hablando. Efectivamente así es; si penetramos en la galería de fotos de la autora, podremos percibir su obsesión por mostrar enanos, enfermos mentales, gigantes, familias disfuncionales y todos aquellos fenómenos que la acercan al mundo del feísmo del que ya algunos de nuestros más célebres artistas se hicieran cargo.


Pues bien, mi encuentro con Diane Arbus no termina aquí; y cual fue mi sorpresa cuando, casualidades de la vida, la semana pasada, durante mi última estancia en Madrid, descubrí en cartelera el último filme de Steven Shainberg, Secreto de una obsesión, basado, aparentemente, en la biografía de la artista. Mi curiosidad me lleva a entrar en los cines Ideal y comprar una entrada para un pase de dicha película en versión original subtitulada; y allí descubro, que el cineasta toma como pretexto al personaje de Diane Arbus para hacer un recorrido, mediante una historia de amor y unas imágenes bellísimas, por arquetipos del cine y la literatura bien conocidos por el público, y otros textos que no lo son tanto pero que están igualmente presentes en el filme. Así, nos encontramos con Alicia, -sí, la del país de las maravillas- encarnada en Diane Arbus, la protagonista del filme. Ésta atraviesa el umbral hacia lo desconocido, introduciéndose, al igual que Alicia cuando cruzó el espejo, en otra realidad distinta a la suya; un umbral que la conecta con el mundo de los sueños, las pesadillas y las leyendas; un umbral donde el alma puede disociarse y pasar al otro lado; un umbral donde Diane se encontrará con su amado, que nos es otro que una versión civilizada del "hombre lobo". Es la historia de La bella y la bestia lo que la película pone en imágenes; llámese esta King-Kong, El jorobado de Notre Dame o El fantasma de la ópera.

No voy a entrar aquí a exponer mi opinión sobre la calidad del filme; pero no me gustaría terminar mi reflexión sin señalar que, aunque sólo fuera por aquellas imágenes de El hombre elefante (David Lynch, 1980) que llegaron a mi recuerdo, y por esa "parada" tan particular donde mi memoria se detuvo, La parada de los mosntruos (Tod Browning, 1932), este pase vespertino mereció mi pena.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Extraordinaria la relación que estableces entre diferentes expresiones artisticas,dilucidando la linea que une y que constituye uno de los temas clásicos de la cultura universal desde los tiempos en que Vulcano (el cojo y deforme) vivía enamorado de Venus (la casquivana que se la pegaba con Marte),el amor entre lo bello y lo feo.Enhorabuena.

Juan Luis Álvarez dijo...

Hola Ana!
No he conseguido establecer el enlace con la galería de la artista.
Por otra parte, ya había llamado mi atención esta película en cartelera (he de confesar de Nicole Kidman siempre me ha gustado), pero debido a los últimos fiascos que me he encontrado en pantalla estaba un poco dubitativo; gracias a tu artículo-crítica no tendré dudas cuando me acerque esta semana al cine ;-)
Un saludo