martes, 20 de febrero de 2007

DE TINTORETTO AL SIGLO DE PICASSO

Susana y los viejos
(Tintoretto, 1555-56)


Retrato de Pablo Picasso en
el S.XXI (Dalí, 1949)

En estos días se dan cita en Madrid dos exposiciones de interés relevante. Una la dedicada a Tintoretto, en el Museo del Prado; y la otra, El retrato en el Siglo de Picasso, ubicada en la galería Thyssen. He tenido ocasión de visitar ambas y las recomiendo.

Siguiendo un itinerario cronológico, me introduje primero en el mundo del manierista veneciano, donde las arquitecturas se prolongan en interiores profundos y los cuerpos se retuercen en grandes escorzos que ocupan los primeros planos de las composiciones; los colores vivos contrastan con las encarnaduras pálidas, pero brillantes, de las damas mitológicas, ricamente ataviadas, que protagonizan algunas de las obras más interesantes del autor; la multitud de personajes, de primer orden unos y otros secundarios, no hacen sino dar cuenta de una pintura que pretende poner de manifiesto una realiadad mimética a través de perspectivas que invitan al espectador a introducirse en la Venecia del S.XVI. En otro orden, se encuentran los retratos que el mismo autor realiza a personajes de la época. El color desaparece en ellos, y las escenas secundarias dejan paso a los fondos neutros para poner el énfasis en el rostro del retratado, cuya psicología es capturada magistralmente por Tintoretto.

Luego, mis pasos se encaminaron a la galería Thyssen, y allí me encontré con todos; con algunos de ellos cara a cara, incluso -con los que decidieron autorretratarse- Un gran número de retratos, obra de los artistas más importantes contemporáneos de Picasso, me dieron la bienvenida. Y de la realidad manierista, pero mimética al fin y al cabo de Tintoretto, me introduje en otra muy distinta. Una realidad en la que los colores y las formas se reinventan; una que termina descomponiéndose en prismas para ser reconstruida nuevamente; una realidad que nos devuelve la mirada de seres atormentados unos, y apacibles y felices, y hasta irónicos otros. Así, las encarnaduras nacaradas de las venus de Titoretto son transformadas ahora, por algunos de estos maestros, en grandes superficies de color naranja que configuran el cuerpo de las modelos, pongamos por caso algunas obras de Matisse. Otros artistas como Egon Schieler, Munch o el propio Van Gogh retuercen los rostros y hasta las manos de sus retratados transmitiendo a quellos que comtemplan estas obras su propia angustia; así hasta llegar a la deconstrucción de los retratos picassianos, acompañados del resto de los autores -imposibles de nombrar aquí porque no quiero dejarme a ninguno en el camino- que se dan cita en dicha exposición.

3 comentarios:

María José Rodríguez Menor dijo...

muchas gracias Ana por hacernos partícipes de estas dos grandes exposiciones , y de darnoslas a conocer y compartir con nosotros tu amor por el arte

Anónimo dijo...

Creo que ademas de deleitarnos con descripciones que nos conducen a conocer y apreciar el "arte" nos enseñas a "ver" mas alla de los lienzos,nos introduces en el "juego" de los intertextos que nos permiten saltar de obra de arte en obra de arte a traves de la continuidad de un discurso estructurado, a traves de un nuevo leguaje, gracias por eso....

Juan Luis Álvarez dijo...

Hola Ana. Hace un par de semanas estuve en Madrid por motivos laborales y no tuve ocasión de visitar ninguna de las dos exposiciones; la verdad que me quedé con la espinita y ahora, al leer tu artículo, ha vuelto a resurgir. Cuando vivía en Madrid solía visitar las exposiciones temporales que el Thyssen organiza junto a Caja Madrid. Para aquellos que no conozcáis muy bien la capital, en la Plaza de las Descalzas, justo detrás de Preciados, podéis encontrar la Fundación Caja Madrid, que desde 2003 organiza estas exposiciones con el Thyssen, incorporando en sus instalaciones parte de las mismas.